viernes, 25 de septiembre de 2009

Day Dream No.1

"Barrio Otoya" suena tan romántico. Qué hermoso sería tener el bolsillo lleno de color verde y comprar un terreno en ese barrio de San José. En medio de ese conjunto de casas antiguas, construir un moderna casa urbana para alojar a moi. Estoy hablando de una intervención severa de concreto expuesto y grandes ventanales, espacios amplios y austeros. El tiempo es la criatura intransigente más de todas. En esta ensoñación (pensándolo bien, day dream suena mejor) estoy en la casa terminada, tirado en una chaise longue (silla larga) con una cómoda pijama puesta. Es de mañana y miro por los ventanales como la luz comienza a saltar por las paredes altas y a alumbrar el patio. El aire se vuele tibio; las nubes en su órbita por un cielo azul despejado, elevan mi espíritu. En el patio escojo un sitio para leer. Me siento un hombre eterno, en un santuario eterno, en el eterno acto de respirar. Como se trata de una ensoñación, desde el patio y a través de los ventanales, observo el cuadro de Robert Motherwell que cuelga en la sala y una sinfonía viene a mi mente. A este claustro no puede entrar el tiempo. A estas alturas, recuerdo que soy un monje, y me retiro a meditar a la sala de meditación de la casa. Y hasta hay un estudio donde de vez en cuando pinto una cuadro para venderlo por millones de dólares.
Mi day dream va a acabar de esta forma: me pongo mi vestidura negra rasgada de monje budista, y mi sombrero ancho de paja, tomo una taza vieja, dejo la casa y comienzo a caminar por las calles sombreadas de San José como un mendigo.

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