lunes, 14 de septiembre de 2009

Satisfacción

Por el momento trabajo dos trabajos. Un de tiempo completo, de lunes a viernes, como empleado municipal, y otro los sábados y domingos, como mecánico automotriz en Sears. Llueve mucho últimamente, pero me encanta -la lluvia refresca el corazón.
Ya me estoy dando cuenta de que si pronto no hago algo al respecto, me iré resbalado de los treintas a los cuarentas, y no habré sido samurai, ni monje budista, ni arquitecto, ni montañista, ni pintor, ni jardinero, ni director de cine independiente, ni habré leído todos los libros en mi lista de libros por leer.
Este año cumplimos siete años de casados. Debo confesar que el sexo con mi esposa -a diferencia del sexo de los primeros años -que era más una frenética estimulación de los sentidos- ahora es más puro, más sincero. Quiero decir que ahora es una mutua sumisión, una rendición incondicional. Es como si los dos compartiéramos la revelación de que el mundo es un lugar absurdo e irracional, pero que entre los dos podemos hallar refugio del derrumbe de la humanidad. Ahora es más suave, más pausado, y sin temor quedamos conscientes de lo vulnerable que somos, de lo cerca que podemos estar de comprender el amor.

1 comentario:

  1. Hola jaleló. Primero, gracias por este texto que me viene como níspero al tiempo. Apuesto a que entre esos dos trabajos y el poquito rato que tenés para leer, te has hecho samurai sin darte cuenta.
    Gracias por la visita y saludos para vos.

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