martes, 14 de julio de 2009

Julio en Nueva Cuba

Cae la tarde sobre un acorazado ruso.



La madre de todas las torres (al fondo a la derecha) vista desde la seguridad de mi rental.

Las mejores vacaciones que me puedo tomar son irme a dormir a las diez. El calor llega y se apodera de mi voluntad. Soy de las criaturas que se esconden en la sombra, a la espera de que el sol dé tregua. Buscar trabajo es más díficil de lo que imaginaba. Es una época de decadencia y naufragios, parece. El humilde construye una nave imaginaría para mantener a flote su esperanza. Un topo avanza a tropezones en un mundo superficial, víctima de espejismos. El dólar es la medida de la virtud, en esta hiperrealista playa de arena importada de las Bahamas. El sueño verde, la orgía, la ascensión al cielo; todo se acabó. En el fondo de la bahía, las langostas están felices porque no están en el menú, y no les falta el sustento: la gente está cagada del miedo. En los rincones de Nueva Cuba se murmuran letanías: difol forcloshur colécshon eigenci báncropsi lósut onemplóimen créditscor leiyof.

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